¿Cómo “vamos más humanidad”?

El día jueves por la tarde, en el marco de “La Juntada”, tres de los teólogos que animaron el Seminario hicieron una devolución a todos los participantes, teniendo como referencia el fruto de la elaboración de los grupos durante la mañana, donde cada uno de ellos había expresado su trabajo con preguntas vitales que surgían a partir de la necesidad de abrir horizontes.
La tarea de los teólogos fue recoger todas las preguntas y sistematizarlas, fundamentalmente por áreas de interés o núcleos de preocupación y devolver al colectivo de participantes un encuadre de los tres centros de preocupación fundamentales que habían surgido del trabajo de la mañana en grupos.
Uno de los denominadores comunes más fuertes que había surgido de las discusiones grupales de la mañana era la pregunta por el “cómo”. Los tres focos de interés tenían que ver con lo político, lo eclesial y lo corporal. La pregunta por el “cómo” los atravesaba a todos. Ya no se pregunta si hay que involucrarse en política o por qué hay que hacerlo. Tampoco se pregunta si hay que reformar las estructuras de la Iglesia o por qué hay que hacerlo. Ni si hay que replantear la construcción de subjetividades en la diversidad o por qué hay que hacerlo. Eso ya se ha respondido. Lo que queda por responder es cómo.
Y la pregunta por el “cómo” es una pregunta peligrosa. Y esto en un doble sentido. Por un lado porque puede reclamar la receta fácil, presuponer que hay algo preestablecido que funciona y hay que aplicar de modo automático. Como si las recetas tuvieran de por sí una fuerza inercial que garantizara el éxito. En este sentido, la pregunta por el cómo es peligrosa porque puede desencadenar la compulsiva obsesión de buscar recetas para aplicar, sin atender a la complejidad y especificidad que la propia realidad reclama. Pero, por otro lado, la pregunta por el cómo también es peligrosa porque indica una posibilidad real de cambio. Porque implica el planteo de un conflicto con aquellos que están instalados. Porque supone la caducidad de un paradigma (político, eclesial, de subjetividades) que provoca malestar y hay que revertir. Porque contiene en sí misma, el germen subversivo con voluntad de novedad y posibilidad desestabilizante.
La peligrosidad de la pregunta por el cómo en este segundo sentido es la que se han llevado muchos participantes. Queda el reto de comenzar a imaginar y traducir en las prácticas propias, mediaciones que conserven la peligrosidad de una pregunta necesaria.

No hay comentarios: